Los perros vagabundos en las calles y la mugre de los mercados son la evidencia más latente que tiene Bolivia de su condición de tercermundista. Dicho sea, además, que la mugre no es la peor debilidad que tienen los mercados populares del país, y lo peor es que de estos centros se aprovisiona de alimentos la gran mayoría de la población. Cuando las autoridades de la temporada deciden encargar el diseño y la construcción del mercado, piensan con la misma amplitud que los caracteriza eternamente. Por ello mismo los mercados son como son. Estrechos, sucios, incómodos, no reúnen la condiciones mínimas aceptables para ser el lugar donde se expenda mercadería comestible, de uso diario o de vestir. Son construidos con materiales pésimos, a costos elevadísimos y con un diseño mediocre y sin la más mínima visión de futuro ni de modernidad. Por qué no pensar en hacer mercados de 5 ó 10 pisos, con tiendas grandes y cómodas, con ascensores amplios y escaleras mecánicas, áreas de esparcimient