Los perros vagabundos en las calles y la mugre de los mercados son la evidencia más latente que tiene Bolivia de su condición de tercermundista.
Dicho sea, además, que la mugre no es la peor debilidad que tienen los mercados populares del país, y lo peor es que de estos centros se aprovisiona de alimentos la gran mayoría de la población.
Cuando las autoridades de la temporada deciden encargar el diseño y la construcción del mercado, piensan con la misma amplitud que los caracteriza eternamente.
Por ello mismo los mercados son como son. Estrechos, sucios, incómodos, no reúnen la condiciones mínimas aceptables para ser el lugar donde se expenda mercadería comestible, de uso diario o de vestir.
Son construidos con materiales pésimos, a costos elevadísimos y con un diseño mediocre y sin la más mínima visión de futuro ni de modernidad.
Por qué no pensar en hacer mercados de 5 ó 10 pisos, con tiendas grandes y cómodas, con ascensores amplios y escaleras mecánicas, áreas de esparcimiento y comedores populares más amplios, con espacios grandes y adecuados para el transporte público en su condición actual y futura, espacios de parqueo para que los comerciantes descarguen sus productos con comodidad, todo el día.
Los mercados no cuentan con espacios que alberguen a los artesanos, que podrían tener un espacio donde exponer su producto y tener más cabida en el mercado local que les permita mejorar sus ingresos y generar, cuando menos, su propio empleo.
Los mercados no abastecen para la creciente cantidad de vendedores ambulantes y esto hace que la gente que se ve obligada a dedicarse a esta actividad, tenga que vender su mercadería en las calles expuestas al sol y a las extorsiones de los gendarmes de la Intendencia Municipal, munidos de toda su rapiña.
Si se construyeran mercados adecuados mejorarían las condiciones de vida de la gente, en general. Seria una buena inversión en todos los sentidos.
El comercio informal hace imposible el cobro de impuestos, el Estado podría recaudar tributos de modo más ordenado y eficiente.
Se podría prohibir la permanencia de vendedores informales, si hubiera espacios disponibles para todos los vendedores.
Ir al mercado sería una actividad agradable, tanto para los vendedores, como para los compradores.
Las calles se verían mas limpias y transitables. El tráfico vehicular no sería tan congestionado.
No se toma en cuenta la demanda de estacionamiento y esto hace que las movilidades tengan que ser estacionadas donde se pueda y no donde se debe.
No se toman en cuenta políticas crediticias convenientes y adecuadas para que los comerciantes compren y miren su espacio, como una fuente laboral
Se puede soñar con mercados con acabado fino, con escaleras mecánicas y ascensores, con áreas verdes, con terrazas mirador, con parqueo vehicular, con espacios para el transporte público y para que los proveedores mayoristas puedan descargar cómodamente, con seguridad, con pulcritud, con espacios para todos los rubros especializados: ferretería, artesanía, construcción, comestibles, juguetería, regalos, etc.
¿No se puede? ¿Qué impide?
Dicho sea, además, que la mugre no es la peor debilidad que tienen los mercados populares del país, y lo peor es que de estos centros se aprovisiona de alimentos la gran mayoría de la población.
Cuando las autoridades de la temporada deciden encargar el diseño y la construcción del mercado, piensan con la misma amplitud que los caracteriza eternamente.
Por ello mismo los mercados son como son. Estrechos, sucios, incómodos, no reúnen la condiciones mínimas aceptables para ser el lugar donde se expenda mercadería comestible, de uso diario o de vestir.
Son construidos con materiales pésimos, a costos elevadísimos y con un diseño mediocre y sin la más mínima visión de futuro ni de modernidad.
Por qué no pensar en hacer mercados de 5 ó 10 pisos, con tiendas grandes y cómodas, con ascensores amplios y escaleras mecánicas, áreas de esparcimiento y comedores populares más amplios, con espacios grandes y adecuados para el transporte público en su condición actual y futura, espacios de parqueo para que los comerciantes descarguen sus productos con comodidad, todo el día.
Los mercados no cuentan con espacios que alberguen a los artesanos, que podrían tener un espacio donde exponer su producto y tener más cabida en el mercado local que les permita mejorar sus ingresos y generar, cuando menos, su propio empleo.
Los mercados no abastecen para la creciente cantidad de vendedores ambulantes y esto hace que la gente que se ve obligada a dedicarse a esta actividad, tenga que vender su mercadería en las calles expuestas al sol y a las extorsiones de los gendarmes de la Intendencia Municipal, munidos de toda su rapiña.
Si se construyeran mercados adecuados mejorarían las condiciones de vida de la gente, en general. Seria una buena inversión en todos los sentidos.
El comercio informal hace imposible el cobro de impuestos, el Estado podría recaudar tributos de modo más ordenado y eficiente.
Se podría prohibir la permanencia de vendedores informales, si hubiera espacios disponibles para todos los vendedores.
Ir al mercado sería una actividad agradable, tanto para los vendedores, como para los compradores.
Las calles se verían mas limpias y transitables. El tráfico vehicular no sería tan congestionado.
No se toma en cuenta la demanda de estacionamiento y esto hace que las movilidades tengan que ser estacionadas donde se pueda y no donde se debe.
No se toman en cuenta políticas crediticias convenientes y adecuadas para que los comerciantes compren y miren su espacio, como una fuente laboral
Se puede soñar con mercados con acabado fino, con escaleras mecánicas y ascensores, con áreas verdes, con terrazas mirador, con parqueo vehicular, con espacios para el transporte público y para que los proveedores mayoristas puedan descargar cómodamente, con seguridad, con pulcritud, con espacios para todos los rubros especializados: ferretería, artesanía, construcción, comestibles, juguetería, regalos, etc.
¿No se puede? ¿Qué impide?