EL MARKETING DEL PETROLEO, LA GUERRA Y EL PODER.
¿Cuánto cuesta una guerra? ¿Qué significa? ¿Qué trae consigo? ¿Quién la promueve? ¿Para qué? ¿Qué es el poder? ¿Dónde quedan los derechos humanos? ¿Hay crímenes de lesa humanidad? ¿Qué papel juegan los medios masivos de comunicación internacional? ¿Dónde están los intelectuales? ¿Sirve de algo la ONU? ¿Quién promueve la ética y los valores morales? ¿Por qué? ¿Existen en realidad? ¿Dónde están los terroristas? ¿Qué se debe hacer con los líderes que no escuchan la resonante voz de sus bases? ¿Dónde están los terroristas? ¿Quiénes son? ¿Por qué son terroristas?
¿Dónde está Osama Bin Laden? ¿Dónde está Sadam Husein? ¿Dónde están las armas químicas y de destrucción masiva? ¿Dónde está el petróleo?
El mundo ha sido espectador de un macabro circo, como muchas veces. El mundo ha sido testigo del exceso de poder y del uso desmedido de la violencia y de la fuerza.
Pero quizá esta vez se ha notado una marcada diferencia: Millones de personas protestando en las calles de todos los países y muchos policías tratando de tapar el sol con un dedo y queriendo disimular el agravio, no a Irak; al mundo entero.
El mundo ha mostrado que el modelo económico impuesto a plan de una sofisticada tecnología de la guerra y de la comunicación, está severamente resquebrajado. El mundo se levantó y mostró su descontento. El mundo está cambiando. El mundo está cansado.
Cuando se hace noticia se muestra los muertos, el poder de las armas, los monumentos destruidos, gente en guerra jugando fútbol en un descansillo; para luego volver a las armas, saqueos, violencia destrucción, hambre, desolación, gente quemada. Eso es lo que muestra la televisión. Eso vende, eso trae rating. La ética no importa. Lo que importa son los millones de dólares invertidos en publicidad en los intermedios de la muerte, la sangre, el polvo y las humillantes hambrunas.
Las agencias de publicidad ofreciendo espacios publicitarios para la guerra, los medios de comunicación enviando reporteros especiales, un despliegue admirable para vender hasta el más mínimo detalle de la guerra, entrevistas en directo, ruedas de prensa y todo un aparato comunicacional al servicio del morbo provocado más infame; suena lúgubre, pero así es. Esta guerra quizá haya sido la más publicada y mostrada de toda la historia.
No se puede soslayar la importancia del petróleo en este lóbrego tiempo. Quienes necesitan petróleo, se ven perjudicados por los precios y obligados a hacer la guerra; cuando el modelo de mercado impuesto por ellos mismos, que supuestamente debería bajar el precio de las materias primas, no lo hace.
Quienes son propietarios de la industria de las armas son los que resultan los ganadores en la guerra. Perdedores somos todos: el planeta, el medioambiente, los pobres y los que tuvieron la desdicha de estar en medio de estos negros intereses multimillonarios.
El silencio de la ONU fue sencillamente un bochorno y el papel que jugó mucho más. No tuvieron la capacidad de detener un absurdo conflicto bélico, no tuvieron el suficiente liderazgo, ni el valor moral de ponerse del lado de la otredad y de seguro tendrán que pagar un precio muy alto. Tampoco se pusieron del otro lado. Su cobardía y su obsolescencia quedaron demostrada sin ambajes.
La unipolaridad mostró sus matices más nefastos y la necesidad de un contrapeso se puso de manifiesto con mucha fuerza.
Hubo muchos pueblos que se levantaron, que salieron a las calles a mostrar su inconformidad con el conflicto. La globalización alcanzó su máximo éxtasis ya que ahora los problemas que parecen entre dos naciones ahora son globales, les atingen a todos, les preocupan a todos los ciudadanos de esta pequeña aldea global. El fin de la historia se convierte en un discurso pobre y mediocre, ante la evidencia de que la unipolaridad y la democracia representativa son nada más un tiempo seco, yermo que tendrá que cambiar, para continuar con una historia que no termina de concluir.
Los oídos sordos de algunos líderes como los de España o Bolivia, que no escucharon la voz del pueblo, que al fin y al cabo es la voz de dios, mostraron que la clase política no logra integrar sus intenciones e intereses a los deseos de la mayoría; sino apenas a los de los intereses de escasos grupos de hegemonía sin importar los costes sociales y políticos. Esto debilita aún más el modelo.
Quizá la gente lo haya comprendido, quizá no. Pero el mundo, la grana masa social, si lo entendió y se vislumbran nuevos cambios.
Nadie se preguntó que pasaba si no se hallaban las tan mentadas y publicitadas armas de destrucción masiva. Nadie se dio cuenta que iba a quedar en evidencia que el único y verdadero interés de la guerra era el petróleo.
¿Cuánta deuda externa le costará a Irak reconstruir su nación? ¿Quién pagará esa deuda? ¿Quién reconstruirá? ¿Quién administrará su petróleo? ¿Qué precio tendrá? ¿A quien lo regalaran?
¿Qué hará la ONU? ¿Quién pagará los crímenes de lesa humanidad? ¿Quién hablará de la ética? ¿La reinventarán? ¿Quién escribirá la continuación de la historia?
¿Qué dirán los medios de comunicación? ¿Que harán los intelectuales?
¿Que hará el mundo? ¿Qué hará usted?
¿Cuánto cuesta una guerra? ¿Qué significa? ¿Qué trae consigo? ¿Quién la promueve? ¿Para qué? ¿Qué es el poder? ¿Dónde quedan los derechos humanos? ¿Hay crímenes de lesa humanidad? ¿Qué papel juegan los medios masivos de comunicación internacional? ¿Dónde están los intelectuales? ¿Sirve de algo la ONU? ¿Quién promueve la ética y los valores morales? ¿Por qué? ¿Existen en realidad? ¿Dónde están los terroristas? ¿Qué se debe hacer con los líderes que no escuchan la resonante voz de sus bases? ¿Dónde están los terroristas? ¿Quiénes son? ¿Por qué son terroristas?
¿Dónde está Osama Bin Laden? ¿Dónde está Sadam Husein? ¿Dónde están las armas químicas y de destrucción masiva? ¿Dónde está el petróleo?
El mundo ha sido espectador de un macabro circo, como muchas veces. El mundo ha sido testigo del exceso de poder y del uso desmedido de la violencia y de la fuerza.
Pero quizá esta vez se ha notado una marcada diferencia: Millones de personas protestando en las calles de todos los países y muchos policías tratando de tapar el sol con un dedo y queriendo disimular el agravio, no a Irak; al mundo entero.
El mundo ha mostrado que el modelo económico impuesto a plan de una sofisticada tecnología de la guerra y de la comunicación, está severamente resquebrajado. El mundo se levantó y mostró su descontento. El mundo está cambiando. El mundo está cansado.
Cuando se hace noticia se muestra los muertos, el poder de las armas, los monumentos destruidos, gente en guerra jugando fútbol en un descansillo; para luego volver a las armas, saqueos, violencia destrucción, hambre, desolación, gente quemada. Eso es lo que muestra la televisión. Eso vende, eso trae rating. La ética no importa. Lo que importa son los millones de dólares invertidos en publicidad en los intermedios de la muerte, la sangre, el polvo y las humillantes hambrunas.
Las agencias de publicidad ofreciendo espacios publicitarios para la guerra, los medios de comunicación enviando reporteros especiales, un despliegue admirable para vender hasta el más mínimo detalle de la guerra, entrevistas en directo, ruedas de prensa y todo un aparato comunicacional al servicio del morbo provocado más infame; suena lúgubre, pero así es. Esta guerra quizá haya sido la más publicada y mostrada de toda la historia.
No se puede soslayar la importancia del petróleo en este lóbrego tiempo. Quienes necesitan petróleo, se ven perjudicados por los precios y obligados a hacer la guerra; cuando el modelo de mercado impuesto por ellos mismos, que supuestamente debería bajar el precio de las materias primas, no lo hace.
Quienes son propietarios de la industria de las armas son los que resultan los ganadores en la guerra. Perdedores somos todos: el planeta, el medioambiente, los pobres y los que tuvieron la desdicha de estar en medio de estos negros intereses multimillonarios.
El silencio de la ONU fue sencillamente un bochorno y el papel que jugó mucho más. No tuvieron la capacidad de detener un absurdo conflicto bélico, no tuvieron el suficiente liderazgo, ni el valor moral de ponerse del lado de la otredad y de seguro tendrán que pagar un precio muy alto. Tampoco se pusieron del otro lado. Su cobardía y su obsolescencia quedaron demostrada sin ambajes.
La unipolaridad mostró sus matices más nefastos y la necesidad de un contrapeso se puso de manifiesto con mucha fuerza.
Hubo muchos pueblos que se levantaron, que salieron a las calles a mostrar su inconformidad con el conflicto. La globalización alcanzó su máximo éxtasis ya que ahora los problemas que parecen entre dos naciones ahora son globales, les atingen a todos, les preocupan a todos los ciudadanos de esta pequeña aldea global. El fin de la historia se convierte en un discurso pobre y mediocre, ante la evidencia de que la unipolaridad y la democracia representativa son nada más un tiempo seco, yermo que tendrá que cambiar, para continuar con una historia que no termina de concluir.
Los oídos sordos de algunos líderes como los de España o Bolivia, que no escucharon la voz del pueblo, que al fin y al cabo es la voz de dios, mostraron que la clase política no logra integrar sus intenciones e intereses a los deseos de la mayoría; sino apenas a los de los intereses de escasos grupos de hegemonía sin importar los costes sociales y políticos. Esto debilita aún más el modelo.
Quizá la gente lo haya comprendido, quizá no. Pero el mundo, la grana masa social, si lo entendió y se vislumbran nuevos cambios.
Nadie se preguntó que pasaba si no se hallaban las tan mentadas y publicitadas armas de destrucción masiva. Nadie se dio cuenta que iba a quedar en evidencia que el único y verdadero interés de la guerra era el petróleo.
¿Cuánta deuda externa le costará a Irak reconstruir su nación? ¿Quién pagará esa deuda? ¿Quién reconstruirá? ¿Quién administrará su petróleo? ¿Qué precio tendrá? ¿A quien lo regalaran?
¿Qué hará la ONU? ¿Quién pagará los crímenes de lesa humanidad? ¿Quién hablará de la ética? ¿La reinventarán? ¿Quién escribirá la continuación de la historia?
¿Qué dirán los medios de comunicación? ¿Que harán los intelectuales?
¿Que hará el mundo? ¿Qué hará usted?