Después de haber sido espectadores acuciosos y sorprendidos de las pasadas elecciones municipales, deseamos poner en consideración de los respetables lectores este modesto análisis.
Con un sabor ciertamente amargo, vimos cómo las estrategias de varios candidatos y otros grupos políticos, nos mostraron la ciudad totalmente desnuda. Vimos sus calles, sus barrios marginales, sus miserias, sus deficiencias y las grandes diferencias entre los barrios de los ricos y los pobres.
Los medios de comunicación masiva fueron los portadores del espectáculo deprimente. También fueron los padrinos cada cual con su candidato favorito, por ejemplo: Unitel de Percy Fernández; Red Uno de Oscar Vargas; Sitel de Jonny Fernández y así sucesivamente. Yo nunca creí en eso de la famosa y tan mentada “objetividad” pero esto fue un desmedido y descarado apoyo que creo inadecuado. Hubieron algunos candidatos “huérfanos” y como quien dice: “el que tiene padrino: se bautiza”.
Estas elecciones, como otras, nos mostraron la prebenda, los regalos, el derroche de dinero, el afán desmedido de comprar a la gente, los insultos, las denuncias a destiempo, las mentiras, las verdades, los cómplices, los que reaparecen, los apoyos partidarios y cosas similares.
También comprendimos que los candidatos “pobres” quedaron muy mal parados, ojalá hayan comprendido que para hacer política hay que tener mucho dinero o muchas habilidades, conocer asesores de marketing político, experiencia política y tener una buena relación con los medios masivos de comunicación.
La guerra sucia fue lapidaria y desnudó no sólo la corrupción de la anterior y de otras gestiones; sino también, de otras formas de corrupción. Bravo por los pocos candidatos, como Oscar Vargas, que pese a los terribles insultos pagados por Percy y Roberto no se prestó a tan vil herramienta del marketing político, ni siquiera para defenderse. Quizá la razón sea que cuando no hay propuestas; entonces, sacamos los insultos.
A propósito, de propuestas, no se vio ni una sola o apenas sueños imposibles de alcanzar. Los cambios tienen límites, menos para los políticos mentirosos. El candidato Caito Flores – dueño de un mediano restaurante en el casco viejo de la ciudad – decían que botaría a todos los funcionarios, para comenzar un proceso de institucionalización sin decir de donde sacarían los recursos para semejante hazaña y cosas por el estilo.
También vimos sorprendidos al mismo don Caito, que después de haber agarrado a patadas e insultos a los collas, en varias oportunidades y haber hablado muy mal de ellos; haciendo su campaña con el mayor cinismo e hipocresía en La Ramada y otros mercados, llenos de collas, queriendo arrancarles su voto. A propósito, no hubo ninguna propuesta para los collas. ¿Cuántos collas hay en Santa Cruz?
También se vio que la ciudad tiene muchos retos, unos que aparecieron hace muchos años y otros que son más nuevos, los candidatos prefirieron no hablar de esos retos y no meterse a proponer nada para asumirlos.
Algo que se pudo ver con claridad es que las elecciones desnudan la esperanza que despierta en la población la idea de cambiar autoridades y de dar una nueva oportunidad a los mismos o a otros.
La abstención no se dejó esperar. ¿Qué significa la abstención? ¿Por qué la gente que se inscribe no va a votar? ¿Habrán perdido la esperanza? Por qué no se toman en cuenta los votos blanco y nulos, esos si son una expresión clara de rechazo y de protesta.
La desnudez que dejó mal parados a muchos fueron las encuestas falsas o mal practicadas. Toman tan malos muestreos o es que no saben hacer su trabajo o es que reciben algún dinerito para favorecer a unos y a otros, no sabemos. Pero hubieron muchos “extraños” errores.
Las nuevas normas que permiten que agrupaciones ciudadanas y pueblos indígenas participen sin partido político, lo cual es muy bueno y no pretendo quitarles ni un milímetro del gran merito que tienen y si bien esta fue la primera experiencia y se irá madurando y perfeccionando poco a poco; está muy claro que, en esta primera oportunidad, sirvió para que muchos viejos candidatos de ambos sexos que no recibieron apoyo en sus partidos, conformen sus propias agrupaciones y participen de los comicios, dejando atrás a sus viejos partidos. Estos nuevos escenarios fueron el espacio ideal para viejos líderes que, por cierto, ya tenía mucha experiencia en la arena política.
Los estrategas de todo tipo, también desnudaron su falta de creatividad, por ejemplo no le veo ningún sentido que una camioneta con dos toneladas de equipos de sonido haciendo una bulla escandalosa y casi infernal, circulen por toda la ciudad contaminando el medio ambiente ¿Será que son efectivas? ¿Quizá haya que poner ciertas normas mínimas para las campañas? Los únicos que tuvieron un buen trabajo fueron los fotógrafos, porque captaron las mejores poses y los mejores ángulos de los candidatos. Pero los afiches, los volantes, los pasacalles, los baners, etc. no decían absolutamente nada. Brilló la mediocridad. Aunque no vamos a negar que hubieron lindas campañas; la norma fue la mediocridad.
El rol de los jóvenes fue otro elemento a tomar en cuenta, se los vio pintando calles, colando afiches, meciendo banderas, pero nada más. No escuché ni una sola propuesta para los jóvenes que tienen tantas necesidades.
La participación de los jóvenes tampoco fue el punto fuerte de las agrupaciones que participaron de la contienda electoral, salvo el caso más visible de la suplente de Chato Peredo, Gina Gil, que se estrellaba contra todo lo que se le pasaba por la cabeza hasta que un canal de televisión dijo que no pagaba sus expensas de mucho tiempo atrás y que vivía en un departamento cuyo dueño era el conocido Marco Marino Diodato, entonces la niña rebelde sencillamente “desapareció” y enmudeció. Y los medios callaron también ¿raro no?.
Las calles quedaron sucias, no todos recogieron la basura electoral que dejaron y no se oyó hablar de sanciones.
Para finalizar, el acuerdo de Percy Fernández con Oscar Vargas tubo gran consenso, talvez porque mucha gente votó por ellos. Al que no le gustó, ni se resignó fue Roberto Fernández, que nos mostró que no sabe perder. Es cierto que ganó la elección, pero la ley dice que los concejales deciden quien será el Burgomaestre, de entre los dos primeros más votados. Hubieron muchos papelones, o Roberto no tiene buenos asesores o no les hace caso.
¿Cuánta plata habrán costado las campañas no? ¿Debería ser público no? ¿Quizá, incluso sería bueno saber quienes aportan y por qué lo hacen?
En todo caso, a estas alturas, todas las desnudeces ya han quedado vestidas nuevamente hasta la próxima elección. Esperemos que haya servido de algo que la ciudad se haya quedado, por unas semanas, “a calzón quitado”.
Con un sabor ciertamente amargo, vimos cómo las estrategias de varios candidatos y otros grupos políticos, nos mostraron la ciudad totalmente desnuda. Vimos sus calles, sus barrios marginales, sus miserias, sus deficiencias y las grandes diferencias entre los barrios de los ricos y los pobres.
Los medios de comunicación masiva fueron los portadores del espectáculo deprimente. También fueron los padrinos cada cual con su candidato favorito, por ejemplo: Unitel de Percy Fernández; Red Uno de Oscar Vargas; Sitel de Jonny Fernández y así sucesivamente. Yo nunca creí en eso de la famosa y tan mentada “objetividad” pero esto fue un desmedido y descarado apoyo que creo inadecuado. Hubieron algunos candidatos “huérfanos” y como quien dice: “el que tiene padrino: se bautiza”.
Estas elecciones, como otras, nos mostraron la prebenda, los regalos, el derroche de dinero, el afán desmedido de comprar a la gente, los insultos, las denuncias a destiempo, las mentiras, las verdades, los cómplices, los que reaparecen, los apoyos partidarios y cosas similares.
También comprendimos que los candidatos “pobres” quedaron muy mal parados, ojalá hayan comprendido que para hacer política hay que tener mucho dinero o muchas habilidades, conocer asesores de marketing político, experiencia política y tener una buena relación con los medios masivos de comunicación.
La guerra sucia fue lapidaria y desnudó no sólo la corrupción de la anterior y de otras gestiones; sino también, de otras formas de corrupción. Bravo por los pocos candidatos, como Oscar Vargas, que pese a los terribles insultos pagados por Percy y Roberto no se prestó a tan vil herramienta del marketing político, ni siquiera para defenderse. Quizá la razón sea que cuando no hay propuestas; entonces, sacamos los insultos.
A propósito, de propuestas, no se vio ni una sola o apenas sueños imposibles de alcanzar. Los cambios tienen límites, menos para los políticos mentirosos. El candidato Caito Flores – dueño de un mediano restaurante en el casco viejo de la ciudad – decían que botaría a todos los funcionarios, para comenzar un proceso de institucionalización sin decir de donde sacarían los recursos para semejante hazaña y cosas por el estilo.
También vimos sorprendidos al mismo don Caito, que después de haber agarrado a patadas e insultos a los collas, en varias oportunidades y haber hablado muy mal de ellos; haciendo su campaña con el mayor cinismo e hipocresía en La Ramada y otros mercados, llenos de collas, queriendo arrancarles su voto. A propósito, no hubo ninguna propuesta para los collas. ¿Cuántos collas hay en Santa Cruz?
También se vio que la ciudad tiene muchos retos, unos que aparecieron hace muchos años y otros que son más nuevos, los candidatos prefirieron no hablar de esos retos y no meterse a proponer nada para asumirlos.
Algo que se pudo ver con claridad es que las elecciones desnudan la esperanza que despierta en la población la idea de cambiar autoridades y de dar una nueva oportunidad a los mismos o a otros.
La abstención no se dejó esperar. ¿Qué significa la abstención? ¿Por qué la gente que se inscribe no va a votar? ¿Habrán perdido la esperanza? Por qué no se toman en cuenta los votos blanco y nulos, esos si son una expresión clara de rechazo y de protesta.
La desnudez que dejó mal parados a muchos fueron las encuestas falsas o mal practicadas. Toman tan malos muestreos o es que no saben hacer su trabajo o es que reciben algún dinerito para favorecer a unos y a otros, no sabemos. Pero hubieron muchos “extraños” errores.
Las nuevas normas que permiten que agrupaciones ciudadanas y pueblos indígenas participen sin partido político, lo cual es muy bueno y no pretendo quitarles ni un milímetro del gran merito que tienen y si bien esta fue la primera experiencia y se irá madurando y perfeccionando poco a poco; está muy claro que, en esta primera oportunidad, sirvió para que muchos viejos candidatos de ambos sexos que no recibieron apoyo en sus partidos, conformen sus propias agrupaciones y participen de los comicios, dejando atrás a sus viejos partidos. Estos nuevos escenarios fueron el espacio ideal para viejos líderes que, por cierto, ya tenía mucha experiencia en la arena política.
Los estrategas de todo tipo, también desnudaron su falta de creatividad, por ejemplo no le veo ningún sentido que una camioneta con dos toneladas de equipos de sonido haciendo una bulla escandalosa y casi infernal, circulen por toda la ciudad contaminando el medio ambiente ¿Será que son efectivas? ¿Quizá haya que poner ciertas normas mínimas para las campañas? Los únicos que tuvieron un buen trabajo fueron los fotógrafos, porque captaron las mejores poses y los mejores ángulos de los candidatos. Pero los afiches, los volantes, los pasacalles, los baners, etc. no decían absolutamente nada. Brilló la mediocridad. Aunque no vamos a negar que hubieron lindas campañas; la norma fue la mediocridad.
El rol de los jóvenes fue otro elemento a tomar en cuenta, se los vio pintando calles, colando afiches, meciendo banderas, pero nada más. No escuché ni una sola propuesta para los jóvenes que tienen tantas necesidades.
La participación de los jóvenes tampoco fue el punto fuerte de las agrupaciones que participaron de la contienda electoral, salvo el caso más visible de la suplente de Chato Peredo, Gina Gil, que se estrellaba contra todo lo que se le pasaba por la cabeza hasta que un canal de televisión dijo que no pagaba sus expensas de mucho tiempo atrás y que vivía en un departamento cuyo dueño era el conocido Marco Marino Diodato, entonces la niña rebelde sencillamente “desapareció” y enmudeció. Y los medios callaron también ¿raro no?.
Las calles quedaron sucias, no todos recogieron la basura electoral que dejaron y no se oyó hablar de sanciones.
Para finalizar, el acuerdo de Percy Fernández con Oscar Vargas tubo gran consenso, talvez porque mucha gente votó por ellos. Al que no le gustó, ni se resignó fue Roberto Fernández, que nos mostró que no sabe perder. Es cierto que ganó la elección, pero la ley dice que los concejales deciden quien será el Burgomaestre, de entre los dos primeros más votados. Hubieron muchos papelones, o Roberto no tiene buenos asesores o no les hace caso.
¿Cuánta plata habrán costado las campañas no? ¿Debería ser público no? ¿Quizá, incluso sería bueno saber quienes aportan y por qué lo hacen?
En todo caso, a estas alturas, todas las desnudeces ya han quedado vestidas nuevamente hasta la próxima elección. Esperemos que haya servido de algo que la ciudad se haya quedado, por unas semanas, “a calzón quitado”.