En política no hacer investigación para obtener información y, en medio de tanta incertidumbre, tomar decisiones es sencilla y francamente: UN SUICIDIO.
Se debe, inicialmente, comprender además de asumir el inmenso valor que significa decidir teniendo la información oportuna y adecuada.
Normalmente, en nuestro país no se cuenta con información que valga porque, sencillamente, casi nadie cree en la investigación. Por lo tanto será menester generar información propia que permita tomar decisiones que coadyuven en llevar a buen término las acciones encaradas.
Ahora bien, ¿Qué implica generar información propia?
Vamos a identificar dos tipos de información: Una fija y otra accidental.
La fija será aquella que muestre la evolución de determinados temas que se requieren conocer permanentemente. Por ejemplo los niveles de popularidad de un político o grupo político o varios donde se podría incluir a los adversarios. Esto permitirá conocer las reacciones del público objetivo[1] y poder llevar adelante una mejor labor de servicio, en base a sus expectativas y, así, mantener el liderazgo.
En los temas de investigación fija también sería conveniente medir: los niveles de la competencia[2], los temas que interesan al grupo humano al que orientamos el esfuerzo, los temas que incomodan o molestan a la población, etc. Suele ocurrir que los políticos, a veces, cuando no generalmente, se interesan por los proyectos que implican grandes inversiones en recursos técnicos, humanos y económicos, pero olvidan aquellas pequeñas cosas que hacen falta en un barrio o comunidad como ser: un par de luminarias, algún bache en la calzada, entre otros, que podrían ser resueltos hasta con una pequeña colecta de dinero o la colaboración de los mismos vecinos. Sin embargo, dejemos claro que esto no significa de ningún modo olvidar los proyectos de mayor envergadura. Es bueno recordar que los interesados valorarán ambos tipos de esfuerzo.
El otro tipo de investigación es al que podemos denominar accidental, que significa recopilar y analizar determinada información, que proviene de hechos que surgen de improviso y que ameritarán nuestro conocimiento sobre la opinión que tenga la gente respecto de dicho tema.
Es muy importante conocer la percepción de la gente, porque esto dará las pautas de lo que la gente espera del accionar de los operadores de la política. Veamos algunos ejemplos claros y concretos.
Uno de los problemas que más perturba a la colectividad es el hecho de que los delincuentes conviven en las calles con la gente de bien. Un delincuente puede decretar la muerte de una persona, que puede ser nuestro hijo o nuestra madre, con la facilidad que eliminamos a un mosquito entre nuestras manos; lo raro es que el sistema se empeña en proteger y permitir la impunidad de estos engendros, la gente pide a gritos la pena de muerte para esta lacra inhumana, pero los políticos callan y cambian de temas de conversación sin disimular su cobardía: el pueblo lo nota y se siente ofendido.
La corrupción ha llegado a todas las esferas del manejo de la cosa pública y la gente tiene que pagar coimas hasta por respirar. La gente está realmente harta, nadie la escucha, los esfuerzos son muy pequeños – si es que los hay – y no se ven.
La población en su mayoría se siente agredida cuando se dice que el gas boliviano saldrá por Chile hacia el mercado mexicano y norteamericano, pero los políticos hacen de la vista gorda y no toman en cuenta a la población. Esto puede responder a efectos sociales de la más diversa índole, pero la gente merece e inquiere ser escuchada.
La agravante más significativa es que si la gente no es escuchada se sublevará justamente y hará escuchar su voz mediante mecanismos que impliquen violencia y un perjuicio mayor para el conjunto de la nación. Esto muestra que los políticos se han acostumbrado a orientarse en base a sus propios intereses políticos o económicos y a regir su palabra a punta de balas, pero lo que preocupa es que la gente ya no aguanta más, puede reaccionar y llevar la sangre hasta el río, hecho que, imaginamos, nadie quiere.
Si una ley molesta al pueblo, hay que cambiarla porque: escuchar la voz del pueblo, es escuchar la voz de dios.
[1] Vamos a entender como publico objetivo a aquel grupo humano al que este orientado nuestro trabajo y esfuerzo.
[2] Es decir, los otros políticos en carrera y, también, en ejercicio.
Se debe, inicialmente, comprender además de asumir el inmenso valor que significa decidir teniendo la información oportuna y adecuada.
Normalmente, en nuestro país no se cuenta con información que valga porque, sencillamente, casi nadie cree en la investigación. Por lo tanto será menester generar información propia que permita tomar decisiones que coadyuven en llevar a buen término las acciones encaradas.
Ahora bien, ¿Qué implica generar información propia?
Vamos a identificar dos tipos de información: Una fija y otra accidental.
La fija será aquella que muestre la evolución de determinados temas que se requieren conocer permanentemente. Por ejemplo los niveles de popularidad de un político o grupo político o varios donde se podría incluir a los adversarios. Esto permitirá conocer las reacciones del público objetivo[1] y poder llevar adelante una mejor labor de servicio, en base a sus expectativas y, así, mantener el liderazgo.
En los temas de investigación fija también sería conveniente medir: los niveles de la competencia[2], los temas que interesan al grupo humano al que orientamos el esfuerzo, los temas que incomodan o molestan a la población, etc. Suele ocurrir que los políticos, a veces, cuando no generalmente, se interesan por los proyectos que implican grandes inversiones en recursos técnicos, humanos y económicos, pero olvidan aquellas pequeñas cosas que hacen falta en un barrio o comunidad como ser: un par de luminarias, algún bache en la calzada, entre otros, que podrían ser resueltos hasta con una pequeña colecta de dinero o la colaboración de los mismos vecinos. Sin embargo, dejemos claro que esto no significa de ningún modo olvidar los proyectos de mayor envergadura. Es bueno recordar que los interesados valorarán ambos tipos de esfuerzo.
El otro tipo de investigación es al que podemos denominar accidental, que significa recopilar y analizar determinada información, que proviene de hechos que surgen de improviso y que ameritarán nuestro conocimiento sobre la opinión que tenga la gente respecto de dicho tema.
Es muy importante conocer la percepción de la gente, porque esto dará las pautas de lo que la gente espera del accionar de los operadores de la política. Veamos algunos ejemplos claros y concretos.
Uno de los problemas que más perturba a la colectividad es el hecho de que los delincuentes conviven en las calles con la gente de bien. Un delincuente puede decretar la muerte de una persona, que puede ser nuestro hijo o nuestra madre, con la facilidad que eliminamos a un mosquito entre nuestras manos; lo raro es que el sistema se empeña en proteger y permitir la impunidad de estos engendros, la gente pide a gritos la pena de muerte para esta lacra inhumana, pero los políticos callan y cambian de temas de conversación sin disimular su cobardía: el pueblo lo nota y se siente ofendido.
La corrupción ha llegado a todas las esferas del manejo de la cosa pública y la gente tiene que pagar coimas hasta por respirar. La gente está realmente harta, nadie la escucha, los esfuerzos son muy pequeños – si es que los hay – y no se ven.
La población en su mayoría se siente agredida cuando se dice que el gas boliviano saldrá por Chile hacia el mercado mexicano y norteamericano, pero los políticos hacen de la vista gorda y no toman en cuenta a la población. Esto puede responder a efectos sociales de la más diversa índole, pero la gente merece e inquiere ser escuchada.
La agravante más significativa es que si la gente no es escuchada se sublevará justamente y hará escuchar su voz mediante mecanismos que impliquen violencia y un perjuicio mayor para el conjunto de la nación. Esto muestra que los políticos se han acostumbrado a orientarse en base a sus propios intereses políticos o económicos y a regir su palabra a punta de balas, pero lo que preocupa es que la gente ya no aguanta más, puede reaccionar y llevar la sangre hasta el río, hecho que, imaginamos, nadie quiere.
Si una ley molesta al pueblo, hay que cambiarla porque: escuchar la voz del pueblo, es escuchar la voz de dios.
[1] Vamos a entender como publico objetivo a aquel grupo humano al que este orientado nuestro trabajo y esfuerzo.
[2] Es decir, los otros políticos en carrera y, también, en ejercicio.